Ocupa el lugar donde existía antiguamente el Beaterio de San Martín. Destaca el templo, de sobria belleza, como ejemplo de clasicismo barroca. El interior es de una sola nave con capillas laterales entre los contrafuertes. Esta iglesia ha conservado sus altares en talla de madera dorada, así como muchas de sus pinturas, entre ellas obras de Joan Reixach o de Joan Ribalta, que en la actualidad se encuentran en el museo catedralicio.

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