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En Anna, el sonido más típico del lugar es el susurro del agua. Ésta atraviesa su casco urbano de origen islámico, salpicado de fuentes y lavaderos.

Discurriendo por acequias para el riego de los campos, aprovechadas para mover molinos y fábricas en otro tiempo, o aflorando en lavaderos aún hoy en uso, como el del 'Siprer', la Canaleta, o La Balsa. En este último, su balaustrada barroca y sus aguas procedentes de la Albufera que caen a modo de cascada, hacen a este último lavadero, situado en la Plaza de la Alameda, uno de los rincones más emblemáticos de la villa de Anna.

Entre las fuentes urbanas del municipio, la de mayor relevancia es la Fuente de Santa María construida sobre la llamada 'Balsa de Abajo'. De disposición cóncava y silueta de volutas contrapuestas, siguiendo el mismo diseño que el lavadero de la 'Balsa de Arriba', está coronada por dos niños haciendo sonar caracolas de mar.

Otras fuentes emanan agua que proceden de manantiales, destinadas al consumo humano mucho antes de instalarse en la villa las agua potables. El conocido como 'Camino de las Fuentes', es un paraje que se encuentra a pocos metros del casco antiguo y “Surtidor”. Este último se trata de un jardín en el que se alza una glorieta de estructura barroca revestida con azulejos de fabricación local, en los que se representan elementos arquitectónicos relevantes del municipio.

Dejando este jardín nos dirigimos al 'Camino de las Fuentes'. Este nos habla de un tiempo lejano en el que los musulmanes construyeron el puente de Garahament sobre el río para facilitar el acceso a los nacimientos de agua próximos. Como también nos trae el recuerdo de cuando las jóvenes del lugar iban con cántaros y botijos a las Fuentes de Abajo y de Arriba para suministrar agua con que cocinar y beber en sus hogares. Un paseo que hoy aún mantiene el encanto que supone andar entre una frondosa vegetación bajo el susurro constante del agua.