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Ermita construida en el siglo XVIII.

A mitad camino entre Teulada y Moraira, es otro vestigio de la presencia de San Vicente Ferrer en tierras teuladinas.

Alberga el manantial que según la creencia popular, hizo brotar el santo y que desde entonces, mana, gota a gota sin importar los años de sequía o de abundancia de aguas pluviales.

Esta particularidad lo ha convertido en lugar de peregrinación.