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El Museo de Cerámica de Manises (MCM) fue fundado en 1967 e instalado en un edificio construido en el siglo XVIII por una familia de comerciantes sederos. La configuración actual de sus instalaciones es el resultado de una importante reforma y ampliación concluida en 1989, lo que ha permitido aplicar un planteamiento museográfico moderno.

La colección del MCM es monográfica de cerámica y está formada por más de 5.000 piezas que representan una visión panorámica de las labores producida en Manises, desde el siglo XIV hasta la actualidad, y de cerámica de arte de autores de diversos países.

El MCM dispone de una sala de tecnología y biblioteca. También facilita información sobre las fábricas, talleres y tiendas de cerámica que existen en la ciudad de Manises.
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Cómo llegar

Líneas 3,5 y 9 Metro Valencia

El Museo de Cerámica de Manises está instalado en el único edificio civil del siglo XVIII que existe en Manises de cierta relevancia arquitectónica. La denominada Casa Ferraro fue construida en 1784 por una familia de origen italiano (los Ferraro-Causa) que hicieron su fortuna en la ciudad de Valencia con el comercio de la lana y la seda, y que a mediados del siglo XVIII, cuando decae esta actividad, empiezan a diversificar sus inversiones adquiriendo bienes inmuebles en municipios vecinos a la capital. El penúltimo de sus propietarios fue el médico don José Sanchis Pertegás, persona de buena posición social que llegó a ser alcalde de Valencia a finales del siglo XIX. Por legado testamentario de sus herederos, la familia Casanova Dalfó-Sanchis Causa, este edificio pasó a propiedad municipal en 1976 para convertirse en museo municipal.


Con el fin de presentar sus colecciones con un planteamiento museográfico moderno, en 1985 se produjo una ampliación de sus instalaciones, añadiendo un nuevo cuerpo a la parte posterior del edificio preexistente y restaurando lo que se conservaba del edificio original.


Entre los aciertos de la reforma y ampliación de este edificio, para convertirlo en un museo monográfico de cerámica, cabe destacar la lograda articulación entre el edificio antiguo y el nuevo (mediante escaleras y rampas alrededor de un hueco central, rematado por una bóveda translúcida), lo cual hace posible un recorrido secuencial por todas las salas en espiral ascendente, en las que se presentan las producciones de los obradores locales desde el siglo XIV al XX.


La fachada principal recayente a la calle del Sagrario es de composición simétrica, con puerta de acceso central en planta baja; tiene tres alturas y en conjunto conserva casi intacta su estructura original. Por su parte alta sobresale el rafe de considerable vuelo con entrevigado; en segundo y primer piso, los vanos (tres por planta) presentan forma abocinada, balcones de hierro forjado con tornapuntas y están adornados por la parte inferior con azulejos policromos valencianos de la segunda mitad del siglo XVIII; a la altura de la primera planta, en el paño entre huecos situado a la derecha, existe un panel de azulejos de producción valenciana de finales del siglo XVIII que representa a La Santísima Trinidad.


Traspasada la entrada, a la derecha, se puede ver remarcando la puerta de una habitación, una portada gótica de finales del siglo XV. Se trata de uno de los pocos vestigios arquitectónicos que se salvaron del incendio y posterior derribo del Palacio de Mossén Sorell de Valencia y que fue instalada allí por José Sanchis Pertegás.